
Y ese calor de primavera que se adhería a tu piel
tocándote los talones ,y la punta de tus pies
caminabas despacio por aquella vereda y yo detrás
de ti, mirándote…
con el cabello tomado y ese vestido azul
abrazándote
ceñido muy bien a tu piel…
con tus pasos con aquellos tacones y tus pequeños
y hermosos pies
el vaivén de tus caderas, en aquel vestido azul
lenta e insinuantemente moviéndose
y aquella brisa tibia lentamente deslizándose en
medio de tus piernas acariciándote la piel
y tenias los hombros descubiertos en aquella tarde
de primavera de miel
con un lunar a las orillas de tu hombro derecho
que…
simplemente me decía ven acércate…
mientras tu sonreías, misteriosa y silenciosamente,
sabiéndote deseada
en aquella tarde
que apareciste simplemente
caminando delante de mi
yo no sabría decir si fue el sol, el calor de
aquella tarde o simplemente fue…
el querer tenerte cerca de mi piel…
pero un rubor en mis mejillas surgió de repente y
sin saber pues me mirabas de frente
y rozándome el rostro con la punta de tus dedos me
decías murmurando… bésame…
y abrazados en aquella esquina una brisa tibia nos
envolvía en el calor de aquel atardecer…
Autor : Maria Liberona
más calor y más relatos donde María José